sábado, 9 de julio de 2016

P R O Y E C T O F I N A L parte 2


Bryan Miranda

Amoris Laetitia (La Alegría del Amor) #1 A la Luz de la Palabra

La alegría del amor que se vive en las familias es también el júbilo de la Iglesia. Como han indicado los Padres sinodales, a pesar de las numerosas señales de crisis del matrimonio, «el deseo de familia permanece vivo, especialmente entre los jóvenes, y esto motiva a la Iglesia». Como respuesta a ese anhelo «el anuncio cristiano relativo a la familia es verdaderamente una buena noticia

La Iglesia Católica debe pensar en la educación de los Católicos de manera sistemática en la Doctrina de la Iglesia, La Sagrada Escritura y los Valores éticos y morales, porque lo que enseñan en Universidades y Colegios va en contravía del pensamiento y el Espíritu Cristiano. La realidad de la Vida cotidiana y la Educación en Colombia hace que cada vez haya más desorden, egoísmo, irracionalidad y violencia en las familias y por consiguiente en la sociedad en general.

Amoris Laetitia (La Alegría del Amor) #2 Realidad y Desafíos de las Familias

 

. El bien de la familia es decisivo para el futuro del mundo y de la Iglesia. Son incontables los análisis que se han hecho sobre el matrimonio y la familia, sobre sus dificultades y desafíos actuales. Es sano prestar atención a la realidad concreta, porque «las exigencias y llamadas del Espíritu Santo resuenan también en los acontecimientos mismos de la historia», a través de los cuales «la Iglesia puede ser guiada a una comprensión más profunda del inagotable misterio del matrimonio y de la familia



Amoris Laetitia (La Alegría del Amor) #3 Vocación de la Familia

 

Lo que  Dios ha unido que no lo separe el hombre. Dios no dijo el hombre tiene derecho en la mujer y puede hacer lo que quiera con ella. Verdad.

Amoris Laetitia (La Alegría del Amor) #4 El Amor en el Matrimonio


Esto se vive y se cultiva en medio de la vida que comparten todos los días los esposos, entre sí y con sus hijos. Por eso es valioso detenerse a precisar el sentido de las expresiones de este texto, para intentar una aplicación a la existencia concreta de cada familia.


Amoris Laetitia (La Alegría del Amor) #5 Amor que se Vuelve Fecundo

 

Acoger una nueva vida.

166. La familia es el ámbito no sólo de la generación sino de la acogida de la vida que llega como regalo de Dios. Cada nueva vida «nos permite descubrir la dimensión más gratuita del amor, que jamás deja de sorprendernos.

Amoris Laetitia (La Alegría del Amor) #6 Algunas Perspectivas Pastorales

 

Las base fundamental es actualmente que nuestro guía pastoral nos guie como pareja para por llegar a consagrarnos en la familia como en DIOS.

 


Amoris Laetitia (La Alegría del Amor) #7 Fortalecer la Educación de los Hijos

 

 La familia no puede renunciar a ser lugar de sostén, de acompañamiento, de guía, aunque deba reinventar sus métodos y encontrar nuevos recursos. Necesita plantearse a qué quiere exponer a sus hijos. Para ello, no se debe dejar de preguntarse quiénes se ocupan de darles diversión y entretenimiento, quiénes entran en sus habitaciones a través de las pantallas, a quiénes los entregan para que los guíen en su tiempo libre. Sólo los momentos que pasamos con ellos, hablando con sencillez y cariño de las cosas importantes, y las posibilidades sanas que creamos para que ellos ocupen su tiempo, permitirán evitar una nociva invasión. Siempre hace falta una vigilancia. El abandono nunca es sano. Los padres deben orientar y prevenir a los niños y adolescentes para que sepan enfrentar situaciones donde pueda haber riesgos, por ejemplo, de agresiones, de abuso o de drogadicción.
https://www.youtube.com/watch?v=Q3oKYhtTcqE este video es de reflexión. Mírenlo

Amoris Laetitia (La Alegría del Amor) #8 Acompañar, Discernir e Intergrar la Fragilidad

 

Y cuando todo parece estar mal el sigue estando allí Dios es Fiel, no dice que Dios es fiel en todo momento miestras tanto nosotros nos entreguemos hacia el todo será estable. Para un buen crecimiento espiritual como personal.

 

http://infocatolica.com/?t=opinion&cod=26426

 

 

 

 

 

 

Amoris Laetitia (La Alegría del Amor) #9 Espiritualidad Matrimonial y Familiar

 

La presencia del Señor habita en la familia real y concreta, con todos sus sufrimientos, luchas, alegrías e intentos cotidianos. Cuando se vive en familia, allí es difícil fingir y mentir, no podemos mostrar una máscara.


https://servicocatholicohispano.wordpress.com/2013/09/29/la-familia-imagen-de-la-trinidad/



Axel Zamora "Amoris Laetitia"

En el primer capítulo, el Papa recuerda que la Biblia está llena de familia y muestra que resulta ser fundamental ya que de esta provienen las generaciones de los personajes que son relevantes para este libro sagrado.
La pareja que ama y genera la vida es la verdadera estructura moral y espiritual capaz de manifestar al creado. Por eso el amor y la fecundidad llegan a ser el símbolo de las realidades íntimas del hombre con Dios, el vínculo que nos une con la divinidad.

El segundo capítulo afronta el tema de los desafíos o pruebas de las familias. Existe el peligro que representa un egoísmo exagerado que hace prevalecer la idea de un sujeto que se construye según sus propios deseos asumidos con carácter individualista. El papa Francisco da su visión alarmática sobre la disminución demográfica provocada por una mentalidad en contra de la natalidad y promovido por las políticas mundiales de salud reproductiva, y recuerda que la Iglesia rechaza con todas sus fuerzas las intervenciones coercitivas del Estado en favor de la anticoncepción, la esterilización e incluso del aborto. Todas ellas medidas inaceptables incluso en lugares con alta tasa de natalidad, pero animadas por los políticos incluso en los países en donde nacen pocos niños como en el caso de china que es un ejemplo controversial sobre la natalidad pues en este caso su población se excedió a tal grado de que se tomaron medidas de prevención natal por la sobrepoblación.

En el tercer capítulo el papa Francisco profundiza en el tema de la exhortación, recuerda la enseñanza de sus predecesores y explica que el sacramento del matrimonio como un don para la santificación y la salvación de las parejas, una verdadera doctrina conyugal. Por lo tanto, la decisión de casarse y de crear una familia debe ser fruto de un discernimiento doctrinal de los conyugues. El amor conyugal está abierto a la fecundidad. Y la educación integral de los hijos es obligación legítima, a la vez que es un derecho primario de los padres, y que nadie debería pretender quitarles, ni atentar contra la naturaleza divina matrimonial que equivale a la creación familiar.

En el cuarto capítulo, uno de los más innovadores, el Papa Francisco propone una paráfrasis del Himno a la caridad de San Pablo, lo cual me parece muy interesante ya que saca de él indicaciones concretas para las parejas que han decidido unirse en sagrado matrimonio. Los invita a la paciencia recíproca, sin pretender que las relaciones o que las personas sean perfectas, y sin colocarse siempre a uno mismo en un marco egocéntrico. Los invita a ser benévolos y dar lo mejor de sí mismo para su pareja sin reclamar pagos, por el solo gusto de dar y de servir. Los invita a no ser envidiosos, a no enorgullecerse o engrandecerse, porque quien ama, evita hablar demasiado de sí mismo, los invita a no volverse arrogantes e insoportables, a ser humildes y a ser amables, a no destacar defectos y errores ajenos. Los invita a nunca acabar el día sin hacer la paz en familia, a personar sin rencores, a hablar bien recíprocamente, tratando de mostrar el lado bueno del cónyuge más allá de sus debilidades y errores, a tener confianza en el otro sin controlarlo, dejando espacios de autonomía para que esto no provoque frustración y haya libertad para ambos y así mismo respeto. E invita también a contemplar al cónyuge, recordando que las alegrías más intensas de la vida brotan cuando se puede provocar la felicidad de los demás.

El quinto capítulo recuerda que la familia es el ámbito no sólo de la generación sino de la acogida de la vida. El Papa escribe que, si un niño llega al mundo en circunstancias no deseadas, los padres, u otros miembros de la familia, deben hacer todo lo posible por aceptarlo como regalo de Dios. Las familias numerosas son una alegría para la Iglesia, aunque esto no quiere decir olvidar la sana advertencia de Juan Pablo II: la paternidad responsable no es procreación ilimitada. Francisco recuerda que es importante que el niño se sienta esperado. Se ama a un hijo porque es hijo, no porque es hermoso o porque es de una o de otra manera; no, porque es hijo, no porque piensa como yo o encarna mis deseos. El Papa se dirige a todas las mujeres embarazadas: Ese niño merece tu alegría. No permitas que los miedos, las preocupaciones, los comentarios ajenos o los problemas apaguen esa felicidad de ser instrumento de Dios para traer una nueva vida al mundo.

El sexto capítulo de la exhortación está dedicado a las perspectivas pastorales. El papa Francisco pide un esfuerzo evangelizador y catequístico dirigido a la familia, además de una conversión misionera de toda la Iglesia, para que no se quede en un anuncio meramente teórico y desvinculado de los problemas reales de las personas. En este caso es la pastoral familiar la encargada de hacer experimentar que el Evangelio de la familia responde a las expectativas más profundas de la persona. Se insiste también en la necesidad de una mayor formación, una interdisciplina y no solo doctrinal de los seminaristas, para ocuparse de los complejos problemas de las familias de hoy.

El séptimo capítulo habla sobre la educación de los hijos. El papa Francisco invita a preguntarse  sobre quiénes se ocupan de darles diversión, quiénes entran en sus habitaciones a través de las pantallas, a quiénes los confiamos en su tiempo libre. Siempre hay que vigilar. Los padres deben prepararlos para afrontar riesgos, por ejemplo, de agresiones, de abuso o de drogadicción en su adolecencia, pero si un padre está obsesionado por saber dónde está su hijo y por controlar todos sus movimientos, sólo buscará dominar su espacio, no lo educará ni lo preparará para afrontar los desafíos que en la vida se le presenten por el contrario, hay que poner en marcha procesos de maduración de su libertad, de capacitación, de crecimiento integral, de cultivo de la auténtica autonomía que en realidad forma parte de su formación como ser humano y ser independiente.


En el octavo capítulo se resaltan indirectamente los capítulos 4 y 5, donde se habla del verdadero amor. La indicación de la exhortación en este sentido es que, según la enseñanza de la Iglesia y bajo la dirección de ella poco a poco, se vayan dando los medios adecuados para responder con misericordia y cercanía pastoral a todos los casos de unión conyugal para la creación de una verdadera familia. Se trata de integrar a todos, se debe ayudar a cada uno a encontrar su propia manera de participar en la comunidad eclesiástica, para que se sienta objeto de misericordia.
Nadie puede ser condenado para siempre, porque esa no es la lógica del Evangelio.

En el noveno y último capítulo se resalta que la presencia de Dios habita en la familia real y concreta, con todos sus sufrimientos, luchas, alegrías e intentos cotidianos. Cuando se vive en familia, allí es difícil fingir y mentir, no podemos mostrar una máscara. Si el amor anima esa autenticidad, el Señor reina allí con su gozo y su paz. La espiritualidad del amor familiar está hecha de miles de gestos reales y concretos. En esa variedad de dones y de encuentros que maduran la comunión, Dios tiene su morada. Esa entrega asocia « a la vez lo humano y lo divino », porque está llena del amor de Dios. En definitiva, la espiritualidad matrimonial es una espiritualidad del vínculo habitado por el amor divino. Una comunión familiar bien vivida es un verdadero camino de santificación en la vida ordinaria y de crecimiento místico, un medio para la unión íntima con Dios. Porque las exigencias fraternas y comunitarias de la vida en familia son una ocasión para abrir más y más el corazón, y eso hace posible un encuentro con el Señor cada vez más pleno.     

Estos son dos videos relacionados con la familia y la espiritualidad apegada a nuestra realidad actual:


https://m.youtube.com/watch?v=6Df81-v6u7E

Este otro link es referente a la misión y el sentido real de la familia según la iglesia católica, está muy interesante.

http://laverdadcatolica.org/elsentidoylamisiondelafamilia.htm

Este link es en referencia al magisterio de Juan Pablo II sobre la vida y toca puntos importantes de la familia.

http://www.humanitas.cl/html/biblioteca/articulos/d0429.html

viernes, 8 de julio de 2016

Shakyra Ochoa.

Capítulo primero: “A la luz de la Palabra”
El Papa articula su reflexión a partir de la Sagrada Escritura en el primer capítulo, que se desarrolla como una meditación sobre el Salmo 128, característico de la liturgia nupcial tanto judía como cristiana. La Biblia “está poblada de familias, de generaciones, de historias de amor y de crisis familiares” (AL 8) y a partir de este dato se puede meditar cómo la familia no es un ideal abstracto sino un “trabajo artesanal" (AL 16) que se expresa con ternura (AL 28) pero que se ha confrontado también con el pecado desde el inicio, cuando la relación de amor se transforma en dominio (cfr. AL 19). Entonces la Palabra de Dios “no se muestra como un secuencia de tesis abstractas, sino como una compañera de viaje también para las familias que están en crisis o en medio de algún dolor, y les muestra la meta del camino” (AL 22).


Capítulo segundo: “La realidad y los desafíos de la familia”


El Papa afirma que es fundamental prestar atención a la realidad concreta, porque “las exigencias y llamadas del Espíritu resuenan también en los acontecimientos mismos de la historia”.
También nota que el individualismo exagerado hace difícil hoy la entrega a otra persona de manera generosa: “Se teme la soledad, se desea un espacio de protección y de fidelidad, pero al mismo tiempo crece el temor de ser atrapado por una relación que pueda postergar el logro de las aspiraciones personales”.
Por eso la humildad del realismo ayuda a no presentar “un ideal teológico del matrimonio demasiado abstracto, casi artificialmente construido, lejano de la situación concreta y de las posibilidades efectivas de las familias reales”.
Las familias no se sostienen “solamente insistiendo sobre cuestiones doctrinales, bio-éticas y morales, sin motivar la apertura a la gracia”.
El Papa insiste que es necesario dar espacio a la formación de la conciencia de los fieles: “Estamos llamado a formar las conciencias no a pretender sustituirlas”. Jesús proponía un ideal exigente pero “no perdía jamás la cercana compasión con las personas más frágiles como la samaritana o la mujer adúltera”.

Capítulo tercero: “La mirada puesta en Jesús: la vocación de la familia”
El tercer capítulo está dedicado a algunos elementos esenciales de la enseñanza de la Iglesia a cerca del matrimonio y la familia. La presencia de este capítulo es importante porque ilustra de manera sintética en 30 párrafos la vocación de la familia según el Evangelio, así como fue entendida por la Iglesia en el tiempo, sobre todo sobre el tema de la indisolubilidad, de la sacramentalidad del matrimonio, de la transmisión de la vida y de la educación de los hijos. Son ampliamente citadas la Gaudium et spes del Vaticano II, la Humanae vitae de Pablo VI, la Familiares consortio de Juan Pablo II.
La mirada es amplia e incluye también las “situaciones imperfectas”. Leemos de hecho: “’El discernimiento de la presencia de las ‘semina Verbi’’ en otras culturas (cfr Ad gentes, 11) puede ser aplicado también a la realidad matrimonial y familiar. Fuera del verdadero matrimonio natural también hay elementos positivos presentes en las formas matrimoniales de otras tradiciones religiosas’, aunque tampoco falten las sombras” (AL 77). La reflexión incluye también a las “familias heridas” frente a las cuales el Papa afirma –citando la Relatio finalis del Sínodo 2015- “siempre es necesario recordar un principio general: “Sepan los pastores que, por amor a la verdad, están obligados a discernir bien las situaciones” (Familiares consortio, 84). El grado de responsabilidad no es igual en todos los casos, y puede haber factores que limitan la capacidad de decisión. Por lo tanto, al mismo tiempo que la doctrina debe expresarse con claridad, hay que evitar los juicios que no toman en cuenta la complejidad de las diversas situaciones, y hay que estar atentos al modo en que las personas viven y sufren a causa de su condición” (AL 79).

Capítulo cuatro: “El amor en el matrimonio”

Trata del amor en el matrimonio, y lo ilustra a partir del “himno al amor” de san Pablo.
Entra en el mundo de las emociones de los conyugues –positivas y negativas- y en la dimensión erótica del amor. Se trata de una contribución extremamente rica y preciosa para la vida cristiana de los conyugues, que no tiene hasta ahora parangón en precedentes documentos papales.
El Papa insiste de manera fuerte y decidida sobre el hecho de que “en la naturaleza misma del amor conyugal está la apertura a lo definitivo”.
“Una combinación de alegrías y de fatigas, de tensiones y de reposo, de sufrimientos y de liberación, de satisfacciones y de búsquedas, de fastidios y de placeres” es, precisamente, el matrimonio.
El capítulo se concluye con una reflexión muy importante sobre la “transformación del amor”. “No podemos prometernos tener los mismos sentimientos durante toda la vida. En cambio, sí podemos tener un proyecto común estable, comprometernos a amarnos y a vivir unidos hasta que la muerte nos separe, y vivir siempre una rica intimidad”.

Capitulo quinto: “El amor que se vuelve fecundo”

El capítulo quinto esta todo concentrado sobre la fecundidad y la generalidad del amor. Se habla de manera espiritual y psicológica mente profunda del recibir una vida nueva, de la espera propia del embarazo, del amor de madre y de padre. Pero también de la fecundidad ampliada, de la adopción, de la aceptación de la contribución de las familias para promover la “cultura del encuentro”, de la vida de la familia en sentido amplio, con la presencia de los tíos, primos, parientes de parientes, amigos. Amoris laetitia no toma en consideración la familia “mononuclear”, porque es bien consciente de la familia como amplia red de relaciones. La misma mística del sacramento del matrimonio tiene un profundo carácter social (cfr. AL 186). Y al interno de esta dimensión el Papa subraya en particular tanto el rol específico de la relación entre jóvenes y ancianos, como la relación entre hermanos y hermanas como práctica de crecimiento en relación con los otros.
Capítulo sexto: “Algunas perspectivas pastorales”
En el sexto capítulo el Papa afronta algunas vías pastorales que orientan para construir familias sólidas y fecundas según el plan de Dios. En esta parte la Exhortación hace un largo recurso a las Relaciones conclusivas de los dos Sínodos y a las catequesis del Papa Francisco y de Juan Pablo II. Se confirma que las familias son sujeto y no solamente objeto de evangelización. El Papa señala que “a los ministros ordenados les suele faltar formación adecuada para tratar los complejos problemas actuales de las familias” (AL 202). Si por una parte es necesario mejorar la formación psico-afectiva de los seminaristas e involucrar más a las familias en la formación al ministerio (cfr. AL 203), por otra “puede ser útil (…) también la experiencia de la larga tradición oriental de los sacerdotes casados” (cfr. AL 239).
Después el Papa afronta el tema de guiar a los novios en el camino de la preparación al matrimonio, de acompañar a los esposos en los primeros años de vida matrimonial (incluido el tema de la paternidad responsable), pero también en algunas situaciones complejas y en particular en las crisis, sabiendo que “cada crisis esconde una buena noticia que hay que saber escuchar afinando el oído del corazón” (AL 232). Se analizan algunas causas de crisis, entre las cuales una maduración afectiva retrasada (cfr. AL 239).
Entre otras cosas se habla también del acompañamiento de las personas abandonadas, separadas y divorciadas y se subraya la importancia de la reciente reforma de los procedimientos para el reconocimiento de los casos de nulidad matrimonial. Se pone de relieve el sufrimiento de los hijos en las situaciones de conflicto y se concluye: “El divorcio es un mal, y es muy preocupante el crecimiento del número de divorcios. Por eso, sin duda, nuestra tarea pastoral más importante con respecto a las familias, es fortalecer el amor y ayudar a sanar las heridas, de manera que podamos prevenir el avance de este drama de nuestra época” (AL 246).
Se tocan después las situaciones de matrimonios mixtos y de aquellos con disparidad de culto, y las situaciones de las familias que tienen en su interior personas con tendencia homosexual, confirmando el respeto en relación a ellos y el rechazo de toda injusta discriminación y de toda forma de agresión o violencia. Pastoralmente preciosa es la parte final del capítulo; “Cuando la muerte planta su aguijón”, sobre el tema de la perdida de las personas queridas y la viudez.


Capítulo séptimo: “Reforzar la educación de los hijos”

Esta todo dedicado a la educación de los hijos: su formación ética, el valor de la sanción como estímulo, el paciente realismo, la educación sexual, la transmisión de la fe, y más en general, la vida familiar como contexto educativo.
Francisco afirma claramente que “la obsesión no es educativa, y no se puede tener un control de todas las situaciones por las que podría llegar a pasar un hijo (…) Si un padre está obsesionado por saber dónde está su hijo y por controlar todos sus movimientos, sólo buscará dominar su espacio. De ese modo no lo educará, no lo fortalecerá, no lo preparará para enfrentar los desafíos. Lo que interesa sobre todo es generar en el hijo, con mucho amor, procesos de maduración de su libertad, de capacitación, de crecimiento integral, de cultivo de la auténtica autonomía”.
Incluye este capítulo unas reflexiones bajo el título “Sí a la educación sexual”.
Y afirma que debe realizarse “en el cuadro de una educación al amor, a la recíproca donación”. Y pone en guardia sobre la expresión “sexo seguro”, porque transmite “una actitud negativa hacia la finalidad procreativa natural de la sexualidad, como si un posible hijo fuera un enemigo del cual hay que protegerse.

Esta todo dedicado a la educación de los hijos: su formación ética, el valor de la sanción como estímulo, el paciente realismo, la educación sexual, la transmisión de la fe, y más en general, la vida familiar como contexto educativo.
Francisco afirma claramente que “la obsesión no es educativa, y no se puede tener un control de todas las situaciones por las que podría llegar a pasar un hijo (…) Si un padre está obsesionado por saber dónde está su hijo y por controlar todos sus movimientos, sólo buscará dominar su espacio. De ese modo no lo educará, no lo fortalecerá, no lo preparará para enfrentar los desafíos. Lo que interesa sobre todo es generar en el hijo, con mucho amor, procesos de maduración de su libertad, de capacitación, de crecimiento integral, de cultivo de la auténtica autonomía”.
Incluye este capítulo unas reflexiones bajo el título “Sí a la educación sexual”.
Y afirma que debe realizarse “en el cuadro de una educación al amor, a la recíproca donación”. Y pone en guardia sobre la expresión “sexo seguro”, porque transmite “una actitud negativa hacia la finalidad procreativa natural de la sexualidad, como si un posible hijo fuera un enemigo del cual hay que protegerse.

Capítulo octavo: “Acompañar, discernir e integrar la fragilidad”

Es probablemente el capítulo más delicado. Confirma qué es el matrimonio cristiano, pero añade que “otras formas de unión contradicen radicalmente este ideal. Y no deja de valorar los elementos constructivos en aquellas situaciones que no corresponden a su enseñanza sobre el matrimonio”.
El Papa observa que “hay que evitar los juicios que no toman en cuenta la complejidad de las diversas situaciones, y es necesario estar atentos al modo en que las personas viven y sufren a causa de su condición”.
Y continúa: “Se trata de integrar a todos, se debe ayudar a cada uno a encontrar su propia manera de participar en la comunidad eclesial, para que se sienta objeto de misericordia. Y añade: “Los divorciados en nueva unión, por ejemplo, pueden encontrarse en situaciones muy diferentes, que no han de ser catalogadas o encerradas en afirmaciones demasiado rígidas sin dejar lugar a un adecuado discernimiento personal y pastoral”.
El Papa afirma que “los bautizados que se han divorciado y se han vuelto a casar civilmente deben ser más integrados en la comunidad cristiana en las diversas formas posibles, evitando cualquier ocasión de escándalo”. “Su participación puede expresarse en diferentes servicios eclesiales (…) Ellos no sólo no tienen que sentirse excomulgados, sino que pueden vivir y madurar como miembros vivos de la Iglesia (…) Esta integración es también necesaria para el cuidado y la educación cristiana de sus hijos, que deben ser considerados los más importantes”.
“Comprender las situaciones excepcionales nunca implica ocultar la luz del ideal más pleno ni proponer menos que lo que Jesús ofrece al ser humano. Hoy, más importante que una pastoral de los fracasos es el esfuerzo pastoral para consolidar los matrimonios y así prevenir las rupturas”.
“A veces ponemos tantas condiciones a la misericordia que la vaciamos de sentido concreto y de significación real, y esa es la peor manera de licuar el Evangelio”.





Capítulo noveno: “Espiritualidad conyugal y familiar”
El noveno capítulo está dedicado a la espiritualidad conyugal y familiar, “hecha de miles de gestos reales y concretos” (AL 315). Con claridad se dice que “quienes tienen hondos deseos espirituales no deben sentir que la familia los aleja del crecimiento en la vida del Espíritu, sino que es un camino que el Señor utiliza para llevarles a las cumbres de la unión mística” (AL 316). Todo, “los momentos de gozo, el descanso o la fiesta, y aun la sexualidad, se experimentan como una participación en la vida plena de su Resurrección” (AL 317). Se habla entonces de la oración a la luz de la Pascua, de la espiritualidad del amor exclusivo y libre en el desafío y el anhelo de envejecer y gastarse juntos, reflejando la fidelidad de Dios (cfr. AL 319). Y, en fin, de la espiritualidad “del cuidado, de la consolación y el estímulo”. “Toda la vida de la familia es un “pastoreo” misericordioso. Cada uno, con cuidado, pinta y escribe en la vida del otro” (AL 322), escribe el Papa. Es una honda “experiencia espiritual contemplar a cada ser querido con los ojos de Dios y reconocer a Cristo en él” (AL 323).
En el párrafo conclusivo el Papa afirma: “ninguna familia es una realidad perfecta y confeccionada de una vez para siempre, sino que requiere una progresiva maduración de su capacidad de amar (...). Todos estamos llamados a mantener viva la tensión hacia un más allá de nosotros mismos y de nuestros límites, y cada familia debe vivir en ese estímulo constante. ¡Caminemos familias, sigamos caminando! (…) No desesperemos por nuestros límites, pero tampoco renunciemos a buscar la plenitud de amor y de comunión que se nos ha prometido” (AL 325).
La Exhortación apostólica se concluye con una Oración a la Sagrada Familia (AL 325).





Krista

Introducción

Esta es una itroducción de Amoris Laetitia, esta habla de el amor en la familia, fue publicada el 8 de abril de 2016 y fue escrita por el Papa Francisco

Capítulo 1
Se muestra un contexto de la famillia basada en la biblia, la familia sirve para descubrir y describir el misterio de Dios.

Capítulo 2
Habla de la pareja, pero también se menciona que cada miembro de la familia es importante y tiene diferentes capacidades, habla de lo importante que es la familia.

Capítulo 3
9. “Doy gracias a Dios porque muchas familias, que están lejos de considerarse perfectas, viven en el amor, realizan su vocación y siguen adelante, aunque caigan muchas veces a lo largo del camino”. (numeral 57, capítulo 3)


Capítulo 4

Capítulo 5
Capítulo 6

Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9











Selvin

https://youtu.be/odSXz1vCXIY